Basta con escuchar sus respuestas para confiar en él, basta con verlo trabajar para quitarse la gorra como símbolo de respeto, basta con comparar las páginas del pasado con las del presente para entender la metamorfosis de Erasmo Ramírez. A sus 30 años entendió que debía reinventarse o morir en el intento. “Antes de tener a mis hijos era solo un muchacho que lanzaba la pelota”, indica el rivense a un diario de Detroit, y eso es lo que grafica su transformación. No es lo mismo lanzar la pelota que ser un pícher, para esto último se necesita pensar rápido, jugar con el miedo, retar al destino con un bate mirándote fijamente y engañar ese swing voraz de cada bateador frente a vos. Por fin Erasmo entendió las movidas de ajedrez sobre la colina.
Durante el Spring Training de 2021 solo ha permitido una carrera en 11.2 entradas, lanza para 0.77 y solamente está detrás de Derek Holland en cifras del bullpen, por ese motivo el mánager AJ Hinch no le ha quitado el ojo y en la entrevista a Detroit News se desbordó en elogios hacia el nicaragüense. “Es un lanzador valioso. No sé quién acuñó el término ‘veterano inteligente’, pero así es como parece. Es muy digno de confianza cuando tienes la oportunidad de encajar con él. Definitivamente puedo verlo lanzando para nosotros”, comentó el estratega.
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“Se puede ver por qué aparece en las Grandes Ligas todos los años. Ha tenido que reinventarse a sí mismo desde un jugador joven, un lanzador abridor, hasta ahora es un tipo de doble rol que lanza un montón de strikes. No es un tipo grande y de físico impresionante, por lo que tiene que crear ángulos. Tiene que lanzar bien”, agregó Hinch, describiendo con exactitud la nueva faceta de Ramírez. “Es un poco magistral en lo que hace mejor, lo cual es golpear la zona de strike y hacer que la pelota se mueva lo suficiente fuera del cañón de los bateadores y navegue a través de diferentes estilos”, concluyó el mánager.
Un día sentado en su casa Ramírez analizó su carrera y se dio cuenta que había perdido la confianza, las ganas desbordadas por dar lo mejor. Las lesiones habían dejado esa brecha para la entrada de la duda. No obstante, pensó que debía entregar hasta el último aliento para decirle a sus hijos en un futuro: “Lo intenté, nunca me di por vencido” y pasó el tiempo, mejoró su salud, bajó de peso, encontró espacio en los Mets y luego se catapultó a Detroit en donde parece haber resurgido. “Simplemente me propuse tener la oportunidad, ya fuera un contrato de Grandes Ligas o de Ligas Menores. Eso es lo que le dije a mi agente. Solo necesito un equipo interesado en mí. Dame un equipo y voy a trabajar duro y hacer lo mejor que pueda, presentándome en la mejor forma posible”.
Sobre la nueva visión del juego sobre la colina, Erasmo explicó: “Estaba huyendo un poco del contacto de los bateadores. Tenía miedo de lanzar strikes, miedo de entrar a la zona. Estaba pensando demasiado en la mezcla de picheos, y cuanto más pienso, más tiempo voy a cometer un error. No tengo miedo de ir 2-0 en el conteo. Sé que puedo ejecutar en cualquier momento cualquier lanzamiento. Si le muestro al bateador que puedo trabajar alrededor de la zona de strike, no puede atraparme. Un entrenador de picheo me dijo que hay que aprender a estar en la zona todo el tiempo, porque los rivales comienzan a balancearse temprano y obtienes ese daño. A veces no te dan la oportunidad de hacer otro lanzamiento y trabajar al bateador. Cuanto más trabajes en la zona, tendrás más posibilidades de triunfar”.
Y, finalmente Ramírez reveló estar a la espera de dos llamadas importantes: estará en el equipo de Grandes Ligas y del nacimiento de su tercer hijo. Al menos el mánager ya le hizo un guiño…