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Coexistir con Román González es también democracia

He visto tanto repudio que me sorprende y más viniendo de personas con pasados cuestionables —tipos llenos de pecados, tirando la primera piedra—

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¿Qué tipo de sociedad queremos ser: la que aborrece al prójimo o reconoce el mérito? Escuché que hubo abucheos en el inicio y aplausos al final de la pelea de Chocolatito. Coexistir con Román González o, mejor dicho, con personas diferentes a nuestra manera de pensar es también democracia. Quise titular esta columna así porque buscamos ser una sociedad diferente y, para construir un nuevo país, debemos ser ejemplo en cómo tratar al prójimo. Entiendo a las personas que han perdido a un ser querido o han sido víctimas de represión, cuando ven en su vestimenta imágenes alusivas a la pareja gobernante, que les cause molestia y vayan con el rival, eso está bien, también es democracia, sin embargo, cuando se pasa la línea de la tolerancia y respeto nos convertimos en fanáticos, solo que de la otra acera.

Las figuras públicas como Chocolatito eligen a quién apoyar por diferentes motivos y, aunque no esté del lado del clamor de la mayoría del pueblo nicaragüense, respeto su forma de pensar, tiene su derecho. El tiempo se encargará de ponerlo en su lugar y responderle si la decisión tomada fue o no la correcta. He visto tanto repudio que me sorprende y más viniendo de personas con pasados cuestionables —tipos llenos de pecados, tirando la primera piedra—. Ese actuar nos lleva a una sociedad basada en la venganza y la destrucción. Los verdaderos criminales y demás que cometieron actos delictivos contra el pueblo deberán pagar, y si la justicia terrenal no lo consigue, será la justicia divina.

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A Chocolatito lo admiro por lo que ha logrado como deportista, más allá del ring no comparto sus ideales, también admiré a Rosendo Álvarez y disfruté de las locuras de Ricardo Mayorga, pero hasta ahí, su proceder en la vida es decisión de ellos. Al final son ídolos para algunos por lo que hacen o hicieron, el hecho que no compartamos su visión política no significa no poder reconocer una obra. Creo que en momentos así es donde debemos ser puentes, no dinamitas que colapsen edificios. Siempre llega un momento en la vida donde tenemos que saldar las cuentas de nuestras acciones. Como joven uno es desordenado y hace cosas que en el futuro se arrepiente y al final pagamos las consecuencias de nuestras acciones.

Soy una persona muy creyente y los dos primeros mandamientos son: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Si queremos vivir en una verdadera democracia, no es tratando de pisotear a otros o deseándoles el mal, sino respetándolo aunque difiramos en puntos de vistas, a lo mejor esté equivocado para muchos, pero es lo que pienso. Me gustaría vivir en una sociedad nicaragüense con la capacidad de coexistir y que nos viéramos como hermanos y no como enemigos.

“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia”, dice la oración de la serenidad que tanto la necesitamos en estos días. Me emocionó verlo llorar, cargar con tanta impotencia por la derrota inmerecida, eso lo muestra vulnerable y cercano, pero su logro y reconocimiento se debió al trabajo duro, el sacrificio desmedido en los entrenamientos y esas lágrimas derramadas las entendí como deportista. Para cambiar una sociedad se necesita mostrar algo de humanidad, no encender un puro con una caja de fósforo sentado bajo una montaña de dinamita.

Deportes boxeo exclusivo premium Román González archivo

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COMENTARIOS

  1. Hace 3 años

    Estimado Dennis. Te felicito por este excelente articulo. No debemos convertirnos en lo que odiamos o rechazamos. Eso no nos une como Nicaragüenses. El Chocolatito es un gran Boxeador y ya tiene apartado su espacio en la memoria del Deporte Nacional. Los vicios, acciones o malas decisiones como persona no le resta merito a nadie. Y tu lo sabes en carne propia. Abrazos.

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