El equipo más frío en la cita más caliente. Argentina cayó humillada por una gran Croacia. Decía el escritor Juan Pablo Varsky, en su libro de recopilación de sus mejores crónicas, que el aprendizaje de ganar es otro proceso que inevitablemente comienza con la derrota. Pero esta Argentina no emprendió ese proceso, ni fuerza mental ni técnica o física, no existe gestión de las emociones ni el oficio para afrontar situaciones adversas, y por si fuera poco, tampoco esta vez la suerte fue un factor que jugara, se ausentó en la albiceleste y Croacia no la necesitó.
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Un 3-0 que significó pensar más en el retorno a casa que en la continuidad en el Mundial. Messi no se presentó, tiró la toalla temprano, un fantasma haciendo apariciones parpadeantes, nunca se logró transfigurar en esa pulga capaz de cargar con el equipo como un llanero solitario. A Cristiano Ronaldo le ha bastado con eso, a Messi no. Su liderazgo quedó bajo la alfombra y sus compañeros tampoco pudieron echarle segunda.
Argentina tenía la obligación de afrontar este encuentro como si estuviera en la sala de cirugía, jugar con pinzas y hundir el bisturí sin titubeos, algo que Enzo Pérez no entendió fallando la primera oportunidad sin portero para los argentinos. Ya Croacia había errado también un chance y respondió el ataque a través de una pelota servida a Mandzukic, quien llegó a tiempo, pero la cabeza es tan impredecible que ni el mismo jugador la supo controlar, errando la opción con sello de 1-0. No obstante, antes de bajar el telón del primer tiempo, Rebic lanzó otra pelota a las nubes, pero ya Croacia dejaba sobre la mesa su peligrosidad.
En la segunda parte se soltó Modric y Rakitic en el centro del campo. Sostuvieron al equipo en el primer tiempo y la reacción en el segundo fue todavía mejor. Si Argentina tenía complejo de llegar con claridad tratando de salir de las sombras, el arquero Caballero los comenzó a asfixiar con un regalo a Rebic. Error de infante en las ligas mayores y la albiceleste ya perdía 1-0. Higuaín entrando de cambio por Agüero puso un balón a Pérez que fue atajado y Messi no llegó antes que Rakitic para el cierre. Sampaoli también ingresó a Pavón, pretendía cosechar antes que sembrar con tantos jugadores atacantes y pocos en construcción. No obstante, estos desafíos se completan por genialidades y Modric lo hizo, un gol antológico de larga distancia colocó el 2-0.
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Ya solo faltaba esperar los 10 minutos restantes para acabar el encuentro con olor a cementerio. Rakitic terminó de sellar el ataúd sudamericano. Si algo quedó demostrado es que esta generación de futbolistas argentinos se saltaron el proceso de ganar en representaciones nacionales, incluido Sampaoli, nadie llega solo a levantar la Copa.