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René Alvarado durante su sesión de entrenamiento matutino. LAPRENSA/GERMAN GARCÍA

René Alvarado y el otro “yo” de Texas

Termino la plática con René, su alarma estomacal le avisa que es tiempo de comida. Ahora no hay necesidad de volver a ver otra pelea de Gutiérrez porque el Gemelo tiene grabado cada error que cometió en la última

René Alvarado no había visto su última pelea durante seis meses. Ese recuerdo solo traía nostalgia e impotencia de no poder revertir un combate con oportunidades claras de ganarlo. Prematuramente le dio vuelta a la página, siguió hacia adelante. Pero hasta en julio, un mes antes de su tercer combate contra Róger Gutiérrez, el venezolano que le arrebató la gloria, volvió a encender el televisor y revivir su tragedia. “Entendí todo lo que me había sucedido. La verdad que ese de ahí no era yo. No tenía fuerza ni la capacidad de responderle”, indica el Gemelo, excampeón mundial de las 130 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).

Alvarado pasa extremadamente tranquilo y sin problemas de peso. Come cuando el estómago ruge y baja algunas libras en los entrenamientos previos al pesaje. Le gusta jugar con el peso. Amanece debajo de la categoría, luego sube y así pasa como si fuera un péndulo. Su físico luce impresionante, su semblante envidiable. “Es que tengo mucho ánimo. Esa es una buena manera para saber cuándo un boxeador está bien preparado o no”, confiesa mientras charlamos en su habitación.

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La frase trillada que dice: “Todo está en la mente”, no es del todo descartada en el Gemelo. La ha aplicado para este combate. “Yo entrenaba sin necesidad de tener una fecha de la pelea, eso me ayudó a empezar a bajar gradualmente”, revela René, un muchacho muy disciplinado, también espiritual y comprometido con sus objetivos.

Al preguntarle de la diferencia de esta preparación a la anterior dice que la clave estuvo en la semana del combate. “Anímicamente estábamos bien. La burbuja me afectó, el encierro, no saber qué comer y solo podíamos pedir lo que hacían en el hotel, aunque se ven cosas mínimas esos detalles terminan influyendo a la larga en un peleador. Además de lo que ya sabemos qué sucedió el día de la pelea al bajar 27 pisos por las escaleras”, agrega.

Llega su apoderado (Carlos Ruiz) a la habitación, le lleva pollo a la plancha, arroz y ensalada. A René le brillan los ojos. “No me preocupa comer eso porque es parte del plan. Eso te lo da la confianza en el entrenamiento”. René siente haber encendido el chip que lo llevó a la gloria la primera vez: tomar el ritmo de la pelea, manejar al oponente y no dejar de soltar su furia, tomando riesgos constantemente. Así liquidó a Andrew Cancio y así noqueó en una época compleja de su vida a Róger Gutiérrez.

Termino la plática con René, su alarma estomacal le avisa que es tiempo de comida. Ahora no hay necesidad de volver a ver otra pelea de Gutiérrez porque el Gemelo tiene grabado cada error que cometió en la última y tiene en mente mostrar a su verdadero yo, ese que lo sacó del anonimato y lo catapultó a un sillón dorado un 23 de noviembre de 2019 cuando se convirtió en campeón mundial.

Deportes René Alvarado archivo

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