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Ramiro Toruño entrena desde finales de abril a Chontales. LAPRENSA/WILMER LÓPEZ

Así fue como el mánager que hizo historia en un Mundial con Nicaragua cambió la mentalidad de Chontales

En enero de este año Ramiro Toruño no tenía ninguna llamada telefónica ni contacto con un equipo del Pomares que le hiciera una oferta para ser mánager.  Decidió tomarse un descanso y se fue a Guatemala a visitar a sus hijos

En enero de este año Ramiro Toruño no tenía ninguna llamada telefónica ni contacto con un equipo del Pomares que le hiciera una oferta para ser mánager. Decidió tomarse un descanso y se fue a Guatemala a visitar a sus hijos. Según cuenta, tenía dos años sin verlos. Cuando regresó en abril al país, su teléfono tenía una llamada de Chontales.  Los Toros se habían sumergido en la oscuridad, no encontraban la luz al final del túnel con 12 derrotas consecutivas. La directiva se cansó de Julio Quiñónez y le dio a los Toros por los cuernos a Toruño.

Acostumbrado a vivir todas las circunstancias del juego, Toruño entendió que no se trataba de un problema de lesiones o de falta de material humano. Rápidamente interpretó las señales del equipo. “Había mucha negatividad, exceso de pesimismo. Se sentía un ambiente de derrota”, confiesa el mánager cuando llegó a reunirse por primera vez con los jugadores. Ahí empezó la operación rescate. Quiñónez mantuvo al equipo con 17-7, pero una vez que entró en la trituradora de esperanzas llamada derrota, se ahogó sin ver el sol (17-19). Con Toruño, Chontales salió del pozo de las angustias en el primer juego dirigiendo ante Boaco para cortar la sequía. Finalmente empataron la serie, era un triunfo tras salir con la cabeza escondida los últimos fines de semana.

“No dudé en tomar el trabajo porque el beisbol es mi pasión. Yo respiro beisbol. Tampoco es que tenía algo importante por hacer. Luego de analizar la actitud hicimos un trabajo intenso para levantar el ánimo. A mí me gustan las soluciones, no los problemas. Hubo mucha unidad desde los jugadores, cuerpo técnico y directiva. Fuimos sacando los resultados gradualmente. Había muchos jugadores que estaban bien de salud, pero no les iba bien en el campo. El problema estaba en la mente”, confiesa Toruño, quien admite que aún les falta llegar al punto deseado, sin embargo están cerca tras haberle sacado dos partidos al Bóer en la última serie.

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Finalmente Chontales clasificó en la última jornada y culminó con 34-34, cumpliendo el primer objetivo: avanzar a la segunda vuelta. “Aún nadie da nada por nosotros, eso no es importante, lo fundamental es que el equipo cree en sí mismo y con eso me basta. Ahora solo toca reflejarlo en resultados”.

Una larga historia

Toruño es un hombre tranquilo. Puede caerse el mundo a su alrededor y él está con un palillo en la boca analizando el siguiente paso a dar. No toma decisiones precipitadas. Juega beisbol desde los ocho años y a sus 65 jamás se ha separado de ese deporte que lo sigue viviendo con la misma ilusión de infante. Representó a Nicaragua cuando era niño y luego como pelotero jugó de 1977 a 1986, pasando con los Búfalos, Dantos, Industriales y Bóer. Bateó .258 de por vida y ligó solo 18 jonrones.  Fue un jugador polifacético en todas las posiciones y, curiosamente, tuvo su primera experiencia manejando un banquillo con la Selección Nacional en el Premundial de 1993 para alcanzar más tarde el cuarto lugar en el Mundial de 1994.

“Estuve en Estados Unidos, me preparé y participé en Spring Training. Luego Carlos García me llamó y me dio las riendas del equipo nacional. Fuimos oro en ese primer torneo previo al Mundial. Tenía 35 años y mi única experiencia era de coach jugador con el Zorro Arana”, indica Toruño. Los recuerdos están presentes como si fueran sucedidos hace un día. “También estuve siete años como mánager de España y los lleve al Mundial. En 1997 clasifiqué a España y a Nicaragua al Mundial de Italia 1998”, rememora.

Toruño atesora sus tres títulos conseguidos en la pelota nacional. Dos Pomares con Matagalpa y una Liga Profesional con Rivas, pero si debe elegir un recuerdo más allá del Mundial, se decanta por los Juegos Olímpicos. “Estuve como coach en Atlanta 1996 y eso es incomparable. Para alguien que ama el deporte como yo, eso es lo máximo”.

Un hombre positivo como él saca petróleo hasta del desierto.  Mató dos pájaros de un tiro: visitó a sus hijos en Guatemala y tratará de llevar a la final a su nueva familia: los Toros de Chontales.

Deportes Pomares 2021 Ramiro Toruño archivo

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