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Jonathan Loáisiga en su segunda aparición en esta temporada en la MLB. LAPRENSA/AFP

El cambio en Jonathan Loáisiga que ha provocado su impacto en Nueva York

Con la suspensión de Chapman y la lesión de Zack Britton, entendió rápidamente de la importancia que tendría en el bullpen. Ahí en ese cuarto al fondo de los jardines encontró su nirvana

Probablemente Jonathan Loáisiga sintió temblores en sus manos aquel 15 de junio de 2018 cuando debutó en las Grandes Ligas. Hizo 91 lanzamientos en cinco entradas y ganó su primer juego con seis ponches: una brillante actuación, pero algo no andaba bien. En su segunda salida lanzó 81 picheos en 3.2 innings, en su cuarta labor realizó 92 tiros al plato en tan solo cuatro entradas… y así continuó como una locomotora sin pausas desgastándose con muchos lanzamientos en pocos inning. Su camino se convirtió en un día de sol y otro de noche. Tres años después parece haber encontrado su máxima versión.

El lanzallamas de las Sierritas de Santo Domingo consiguió un Spring Training espectacular, nadie fue mejor que él. Con la suspensión de Chapman y la lesión de Zack Britton, entendió rápidamente de la importancia que tendría en el bullpen. Ahí en ese cuarto al fondo de los jardines encontró su nirvana, su grado más alto de felicidad y también de eficiencia. Debutó en el primer partido de la temporada contra Toronto, fue el segundo relevo luego que Gerrit Cole saliera y diera paso a Chad Green. ¿Segundo? Nada mal, un reflejo de la importancia del mánager Aaron Boone en el serpentinero de 26 años. Y apareció el otro Loáisiga, el más experimentado, frívolo, el que no tiene temblores ni réplicas, ese que no se le mueve ni un nervio del rostro. Con ocho picheos jugó con Marcus Semien (ponche), Cavan Biggio (elevado) y Bo Bichette (roletazo), empezaba la temporada pisando fuerte en el Yankee Stadium.

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Si no fuera suficiente la primera señal de Boone sobre la importancia de Loáisiga para Nueva York, lo convirtió en el guardaespaldas de Corey Kluber en el segundo encuentro contra Toronto. Tras el jonrón de Semien a Kluber en el quinto, entró Loáisiga para apagar la chispa de Toronto ponchando a Biggio y Bichette, dominando al cuarto bate Teoscar Hernández en elevado. En el siguiente episodio siguió con la potencia de su magnum de brazo. Guerrero Jr., Gurriel Jr. y Rowdy Téllez se completaron en las víctimas de un Loáisiga que solamente necesitó 26 lanzamientos y 17 de ellos fueron strikes, haciendo alardes del dominio, pero sobre todo de haber encontrado el hilo de que no tenía en sus inicios, utilizando demasiada gasolina en trayectos cortos.

Chad Green, el lanzador de mayor confianza para Boone se convirtió en el cerrador del segundo partido. Chapman regresó de los dos partidos de suspensión, pero los pasos del nicaragüense no se ven lejos de cierre de partidos… frívolo y sin mover los nervios de la cara, le da igual quién tenga en frente y en qué estadio esté parado. Loáisiga se perfila a quebrar sus cifras de los años anteriores, permitiendo impactar e ilusionar al público.

Deportes Jonathan Loáisiga archivo

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