Después de colocar sobre el escenario una impresionante exhibición de habilidades, potencia y movimiento, todo lo que se visualiza para Cristofer González en su futuro, es realmente fascinante.
González es todavía joven (23 años) pero es un pelador bien construido. Incluso, es ya mejor boxeador que más de la mitad de los nicas que han conquistado una corona mundial para nuestro país.
Solo tiene dos peleas de título, pero ha dejado en claro que su boxeo es preciso y contundente, que es capaz de aplicar variantes a su tren de pelea y que su físico le da un amplio margen de maniobra.
Estamos hablando de un joven con una estructura física (1’69 metros) para combatir con éxito entre las 118 libras y quizá más, pero todo hay que llevarlo en su tiempo. Ahora mismo reina en las 112.
De modo que antes de ir en busca de otras coronas, lo conveniente probablemente sea consolidarse en 112, hacer un nombre y luego ir en busca de otros títulos y con chance de mejores bolsas.
Una corona mundial es un símbolo que proporciona un estatus, permite privilegios y mejora la economía familiar. Así que conviene establecer bien las bases porque en el futuro no hay nada seguro.
Sobre todo, si González no pasa trabajo para dar el peso, no tiene sentido ascender en este instante. Claro, ya llegará el momento de pensar en un legado, pero por ahora la prioridad es afirmarse.
Ojalá la meta de Cristofer no sea solo obtener un título, sino que aspire a más. Claro, por lo que hemos visto hasta ahora, parece que piensa en grande, pero para eso será clave mantener el enfoque.
Jorge Valdano nos advierte que cuando el talento llega a la cúspide, ahí lo esperan la distracción y la vanidad. Solo la exigencia consigo mismo, lo devuelve al punto de partida. Así que veremos qué pasa.
González tiene un futuro prometedor, pero también un presente admirable. Su disciplina ahora y su entrega al trabajo, van a determinar la envergadura de su legado y consistencia de su recuerdo.
Por ahora va al galope.
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