Managua padece con cada aguacero. La vulnerabilidad es tal en la capital que las anegaciones e inundaciones en la vía pública pueden ocurrir en cualquier parte, sin embargo hay zonas donde los daños son recurrentes y estar allí en plenas lluvias representa un peligro —que puede terminar en tragedia— tanto para peatones como para conductores.
LA PRENSA ha identificado estos puntos tras analizar la recurrencia de los estragos causados por las precipitaciones en los últimos años. De igual forma Abdel García, especialista en gestión de riesgo, refuerza estos datos e insiste en la importancia de resguardarse en casa porque estar en la calle, en pleno aguacero, aumenta el riesgo de sufrir un accidente.
El peligro para los peatones, según García, es que les caigan árboles, rótulos o algún cable del tendido eléctrico porque las lluvias no solo traen descargas eléctricas, sino también fuertes vientos que, combinados con las precipitaciones, botan árboles y cualquier estructura vertical. “Hay que estar pendientes de la supervisión y mantenimiento de esto, no durante la lluvia”, añade García.
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Para los conductores, el especialista indica que todos deben buscar una parte segura para estacionar y esperar a que baje la lluvia y las escorrentías, sin importar que ande en una camioneta. “Uno no sabe lo que viene abajo del agua, recordemos que viene arrastrando objetos y puede ser vidrio o hierro y ponchado ahí uno se muere. No solo es la fuerza del agua que bien te voltea una camioneta”, destaca.
El ingeniero y municipalista Agustín Jarquín Anaya, dice que estos lugares de alto riesgo seguro están identificados por las autoridades de la comuna, por lo que debería haber un control en la circulación de las personas cuando llueve con intensidad. “No es prohibir el paso. Sería poner a gente de la municipalidad –porque le tocaría a la Policía pero ha perdido el profesionalismo– para orientar el tránsito por rutas alternas”.
Y mientras se atiende la situación con la regulación del paso peatonal y vehicular para evitar desgracias, Jarquín Anaya indica que es necesario trabajar en el desarrollo de programas, regulaciones y normativas para evitar el avance de la deforestación y por otro lado promover diferentes técnicas de infiltración de agua. Así se disminuirían las escorrentías superficiales que vuelven peligrosas las 14 zonas mapeadas.
¿Pero qué han hecho las autoridades municipales para atender el problema de la vulnerabilidad de Managua que desemboca en inundaciones? El concejal Sellin Figueroa, del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), aclara que la inversión en proyectos de drenaje pluvial es mínima porque la prioridad está en otras obras y acusa de que es por asunto político.
“Este año el grueso está siendo destinado para la rehabilitación y ampliación de la pista Juan Pablo II y en los años atrás se focalizó en los pasos a desnivel Las Piedrecitas y Siete Sur y es cierto que estos llevan el componente del drenaje pluvial pero no es la prioridad o lo principal. Es vial y lo utilizan para su propaganda política”, critica Figueroa.
En lo que va del 2020 la única obra mayor de drenaje inaugurada por la Alcaldía es el puente del cauce El Borbollón ubicado al noreste de Ciudad Belén. La inversión superó los 86 millones de córdobas pero es un proyecto de arrastre al haber iniciado en 2019.
¿Por qué su vulnerabilidad?
Managua supera los 1.5 millones de habitantes y su crecimiento es desordenado y mayormente horizontal, provocando que se extienda al oeste, sur y este. Además de demandar inversión para llevar los servicios básicos como energía eléctrica, agua potable, alcantarillado sanitario, red vial y sistema de recolección de basura, este desorden condena a la ciudad a desastres por inundaciones porque cada vez pierde más capa boscosa y disminuye su infiltración de agua de lluvia.
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A esto se le suma que su red de cauces y micropresas son insuficientes para drenar los volúmenes de agua que caen en periodos cortos y toman velocidades por la pendiente de la ciudad entre su parte sur y norte.